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sábado, 5 de marzo de 2011

LA EUCARISTIA, 1/9 - Presencia Real de Jesucristo

APOCALIPSIS 1/6 - La mala interpretacion

UNA SOLA IGLESIA 1/ 8

Sacerdote condenado al Infierno -PARTE 1 de 5 (Español)

El Asombroso Misterio de las Almas del Purgatorio 1 de 3

1/3 Idolatría en la Iglesia Católica - Fernando Casanova Ph.D. (ex pasto...

1/3 Idolatría en la Iglesia Católica - Fernando Casanova Ph.D. (ex pasto...

1/3 Virginidad de María - Fernando Casanova

Virgen Maria 1 Ex Pastor se hace Catolico (1-12)

TESTIMONIO FERNANDO CASANOVA 1 PARTE

lunes, 28 de febrero de 2011

Un día inolvidable


Escrito por Heidy N. Marrero Pérez
Miércoles, 23 de Febrero de 2011 15:39

“No descuides el don

espiritual que posees y que

recibiste de mano de

profeta cuando el grupo de

los presbíteros te impuso las

manos.” 1 Timoteo 4:14





Juan Pablo II impuso sus manos sobre ellos y les ordenó presbíteros.

Monseñor Francisco Medina y Monseñor Leonardo Rodríguez son dos de los sacerdotes que tuvieron tal experiencia. Los recuerdos de ambos siguen intactos.

“Yo era el primero en la historia de Puerto Rico en ser ordenado por el Papa. Así que tenía una gran responsabilidad, pues me sentía también como embajador de la Iglesia puertorriqueña. Y para colmo, por mi tamaño me pusieron primero en la fila”, relató Padre Francisco.

Según explicó, el evento ocurrió en momentos en los que el Papa acostumbraba ordenar a sacerdotes de distintas regiones. En aquella ocasión, le llegó el turno al Caribe.

“Fue una mezcla de sentimientos. Sentía emoción e ilusión. Mis padres pudieron comulgar de la mano del Papa. Fue un domingo espectacular. Todavía recuerdo el abrazo de la paz... A uno no le enseñan cómo abrazar a un Papa (se rió). Así que él tomo la iniciativa y me abrazó. Recuerdo aquellos ojos azules frente a mí. Era una persona alta, fuerte. Cuando hablaba era como si Dios mismo dijera las palabras”, testificó muy pausadamente, como transportándose al 28 de mayo de 1989.

Posterior a la ceremonia, el Papa tuvo un acercamiento breve con cada uno de los nuevos sacerdotes.

“Me preguntó mi nombre en perfecto español. Yo le dije ‘Francisco’. Y recibí mi primer regaño pontificio. Me dijo: ‘Acostúmbrate, ahora eres Padre Francisco’ ”, recordó quien también concelebró varias misas junto al pontífice.

El testimonio de Padre Francisco, impactó mucho a sus compañeros de estudió en España, entre ellos Padre Leonardo Rodríguez.

“Cuando recibí la llamada de Puerto Rico, una corazonada me dijo que era referente a mi ordenación. Una vez más preguntaban si alguno de los puertorriqueños que estudiábamos en España, queríamos ser ordenados por Juan Pablo II y yo puse sólo una condición: que mi familia pudiera ir. Gracias a Dios así fue”, relató Padre Leo, como cariñosamente le llaman.

Asimismo, declaró que su ministerio sacerdotal tiene la huella de Juan Pablo II. “Su ministerio impactó a toda la Iglesia. En lo que se refiere a la encomienda sacerdotal, fue su espiritualidad, intensa devoción eucarística y profunda devoción mariana. En cuanto a la pastoral, su cercanía a los jóvenes, su defensa de la cultura de la vida y de la familia marcaron mucho mi sacerdocio”, aseguró.

Ser ordenado por el Sumo Pontífice no es algo común, pero al ser iniciado en el camino presbiteral por un candidato a beatificación, es inevitable cierta reflexión. “Por un lado nadie podía dudar que eso [la beatificación] sucedería pronto, pero sin duda la confirmación de la noticia ha sido una gran alegría para toda la Iglesia. De otra parte, pensar que un santo me impuso las manos para ser sacerdote y que pude estar tan cerca de él varias veces, sobre todo al concelebrar la misa en su capilla privada en dos o tres ocasiones, produce una gran emoción, no exenta de un gran sentido de responsabilidad y exigencia por ese don de Dios”, aseguró.

Historia de un gran hombre de Dios


Escrito por Heidy N. Marrero Pérez
Miércoles, 23 de Febrero de 2011 15:38

Su nombre de pila es Karol Józef Wojtyla pero el mundo lo conoció como Juan Pablo II “El Grande”.

Admirado por católicos y no católicos, “el Papa viajero” dejó una huella de humildad, hermandad y buena voluntad. Ante la pluralidad de sus obras, El Visitante se dio a la tarea de reseñar algunos fragmentos de su historia:

•Nació el 18 de mayo de 1920 en la ciudad de Cracovia, en Polonia. Ese mismo año fue bautizado.

•Hizo su primera comunión a los 9 años y a los 18, recibió el sacramento de la Confirmación.

•Comenzó a sentir su vocación al sacerdocio en el 1942 y siguió las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia. Su ordenación sacerdotal se llevó a cabo en el 1 de noviembre de 1946.

•En el 1948 se doctoró en teología, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce). Posteriormente, volvió a Polonia, y fue vicario en diversas parroquias y capellán de los universitarios hasta 1951.

•En 1953 presentó en la Universidad Católica de Dublin una tesis titulada “Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler”.

•El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo titular de Olmi y Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre.

•El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de junio de 1967.

•Los cardenales reunidos en Cónclave le eligieron Papa el 16 de octubre de 1978. Tomó el nombre de Juan Pablo II y el 22 de octubre comenzó su ministerio petrino como el sucesor número 263 del Apóstol Pedro. Su pontificado ha sido uno de los más largos de la historia de la Iglesia y duró casi 27 años.

•Su ministerio se distinguió por su incansable espíritu misionero, realizando 104 viajes apostólicos fuera de Italia.

•Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985-86 las Jornadas Mundiales de la Juventud. También inauguró en el 1994 los encuentros mundiales de las familias.

•Juan Pablo II promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz.

•Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo.

•Entre sus documentos principales se incluyen: 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 45 Cartas apostólicas. También publicó cinco libros como doctor privado.

•Promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, a la luz de la Revelación, autorizadamente interpretada por el Concilio Vaticano II. Reformó el Código de Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales; y reorganizó la Curia Romana.

Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005 y su sucesor, el Papa Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. La causa la abrió oficialmente el cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el 28 de junio de 2005.

Juan Pablo II: vivo en el corazón del joven


Escrito por Julia Lopez
Miércoles, 23 de Febrero de 2011 15:45

Durante sus 26 años de misión papal, Juan Pablo II creó un vínculo especial con la juventud que le acogió como un modelo de santidad. Su comprensión hacia este sector le mereció rápidamente el apodo “El Papa de los jóvenes”. En la inauguración de su pontificado en el 1978, luego de concluir la liturgia, el Sumo Pontífice se dirigió a los cientos de jóvenes reunidos en la Plaza San Pedro y les dijo: “Vosotros sois la esperanza de la Iglesia y del mundo.Vosotros sois mi esperanza”. Sus palabras quedarían impregnadas en la historia y aquellos noveles católicos que lo escucharon, fueron sensibles a su mensaje. Juan Pablo les entendió y apoyó. Predicó de la plenitud de la vida cuando les rodeaba la muerte; de la victoria en medio del fracaso y del amor puro ante una sociedad hedonista.

Para el Vicario de la Juventud en la Arquidiócesis de San Juan, Fray Ramón Negrón la figura del recordado Papa ha sido transcendental para la pastoral juvenil de la Iglesia. “Nuestros jóvenes tienen en él la imagen de un líder; un maestro; pero sobre todo de un amigo. Alguien que realmente confió en Dios y basó su vida en la experiencia de fe que lo llevó siempre por un rumbo seguro”, comentó el sacerdote. Su incansable labor apostólica e impactante testimonio sacerdotal generó una respuesta masiva entre muchos jóvenes. Gracias a su influencia descubrieron su vocación ministerial y decidieron seguirle.

“Fue un ejemplo de entrega total y profundidad espiritual. El hecho de invitarlos a no temer y enfrentar las realidades de la vida diaria con fe, les inspira a continuar viviendo en los valores cristianos. Con su ejemplo demostró que no hay adversidad cuando se busca el bien”, aseguró. El compromiso del Sucesor de Pedro, trascendió más allá de su muerte. La institución de la Jornada Mundial de la Juventud en 1985 fue su más importante legado a los jóvenes. Casi dos décadas después continúa siendo el punto de encuentro para las nuevas generaciones. Más allá de congregar a jóvenes de diferentes nacionalidades, el Papa deseaba fortalecer los lazos de hermandad y fraternidad entre las naciones del mundo. A su vez formaba cristianos que serían en un futuro los nuevos apóstoles del evangelio.

Al respecto, Ángel Montes, coordinador de la pastoral juvenil de Caguas, expresó que dicho evento multitudinario es la prueba viviente de la esperanza que Juan Pablo II depositó en la juventud católica. “El se dio cuenta de que si no había una opción preferencial por el joven, en algunos años no iba a haber iglesia. Sabía que se quedaría vacía ante la ausencia de alguien que trabajara con gran ímpetu por nosotros. Además, identificó la falta de herramientas en muchos jóvenes que querían consagrar sus vidas a Dios. Pero él se acercó hacia nosotros y nos dijo: ‘aquí están las herramientas’ y confió”, expresó Montes. Aún en su lecho de muerte el amor de Juan Pablo II por una juventud viva en Cristo fue evidenciado. Débil y convaleciente, se dirigió por última vez a la grey juvenil que se había congregado en la Plaza San Pedro en el Vaticano esperando noticias de su pastor. “Os he buscado. Ahora vosotros habéis venido a verme. Y os doy las gracias’’, fueron las últimas palabras que dirigió antes de comenzar su trayecto a la Casa del Padre.

Fragmentos de una homilía inolvidable


Escrito por Redacción EV
Miércoles, 23 de Febrero de 2011 15:46

La Iglesia en Puerto Rico venera a María como Madre de la Divina Providencia. En ello se manifiesta la profundidad de vuestra fe. En efecto, la Divina Providencia está vinculada con la maternidad divina de María.

El Hijo de Dios eternamente de la misma naturaleza que el Padre mediante María se hizo hombre semejante a nosotros en todo, menos en el pecado (cf. Heb 4, 15), porque Ella en la obediencia más profunda a sus designios divinos lo concibió virginalmente y lo dio a luz como el Hijo del hombre. De esta forma María es verdaderamente la Madre de la Divina Providencia, y vosotros la proclamáis con este título particular y la veneráis bajo esta hermosa advocación.

Sé bien que en esta tierra borinqueña ha sido siempre muy profunda la devoción a la Madre de Cristo y de la Iglesia. A ella el puertorriqueño la siente de veras como la propia Madre del cielo. Ese amor a María os viene desde los primeros misioneros, venidos de tierras de arraigada tradición mariana. Vuestros religiosos, sacerdotes y obispos ininterrumpidamente desde el primer Pastor de esta sede arzobispal, Alonso Manso, el primer Prelado que pisó tierra americana os han inculcado esta devoción.

Ese profundo sentimiento de hermanos en la fe e hijos de una Madre común os ha enseñado la mutua comprensión, la hospitalidad, el amor a la convivencia en paz, la capacidad de entendimiento por encima de las diversas opiniones sociales. Es algo que debéis preservar en todo momento y circunstancias.

El amor providente del Padre os ha guiado siempre por los caminos de la historia de la mano de María. En momentos históricos difíciles para la fe, el jíbaro bueno de esta tierra llevaba, y lleva aún colgado de su cuello el rosario de la Virgen María. Era la identificación de su fe. Y mi Predecesor Pablo VI proclamó Patrona de Puerto Rico a Nuestra Señora de la Divina Providencia. Sé que ahora tenéis el propósito de edificar a María, Madre de la Divina Providencia, un santuario, donde vosotros y vuestros hijos aprendáis a caminar mejor hacia Jesús por medio de María.

Quiero alentar vuestro deseo y pido al Señor que os conceda poder realizarlo. Este santuario mariano deberá recordaros que vosotros sois: las piedras vivas del templo espiritual y universal que es la Iglesia. Esa Iglesia que vive también en Latinoamérica, en cuyo contexto’ estáis situados. En la medida que viváis vuestra fe, daréis vigor y estabilidad a este templo, llamado a acoger y proteger a todo hombre.

Haber recibido el Bautismo es una gran gracia. Pero ella constituye sólo el primer capítulo de una historia personal y colectiva que es preciso escribir con constantes ejercicios de fe, capaces de mantener siempre viva la llama del amor y de la esperanza que Cristo encendió al compartir nuestra vida.

Nuestra respuesta a su encarnación deberá ser la de seguir fielmente nosotros el programa de vida que Él escogió. Porque ser cristiano significa acatamiento de la voluntad salvífica del Padre, imitación de Cristo en su amor al hombre y trato frecuente con el Espíritu Santo.Pensad en este programa cuando entréis en el futuro templo consagrado a María, Madre de la Divina Providencia, y que Ella ayude a realizarlo para bien vuestro y de la entera comunidad puertorriqueña.

Con paso firme hacia la beatificación

Escrito por Natalie E. Negrón Torrens
Miércoles, 23 de Febrero de 2011 15:49

Es innegable la alegría que siente el pueblo católico puertorriqueño ante el anuncio de que Benedicto XVI beatificará a su predecesor, Juan Pablo II el 1 de mayo de este año. Ante este gran acontecimiento no es sorpresa de que el corazón puertorriqueño hará todo lo posible por hacerse sentir en Roma. De tal forma en cada rincón del País ya hay grupos grandes y pequeños que están preparándose para asistir.

En Caguas, Mons. Rubén González Medina peregrinará acompañado de una delegación de cerca de 80 personas. Viajarán del 28 abril al 4 de mayo. Previo a estas fechas el Obispo compartirá catequesis, poniendo en perspectiva el momento histórico del cual serán parte. La coordinadora de la peregrinación, Wilma Román, adelantó que habrá mucha oración, en un espíritu de amor en que compartirán la fe, la cultura y la vida.

Román, quien ha coordinado viajes y peregrinaciones en la Diócesis de Caguas por más de 20 años, aseguró que esta beatificación es muy especial y están haciendo lo posible por llegar. “Los preparativos son complicados debido al gran impacto que ha tenido el anuncio de la beatificación en la industria de hoteles, que ya se acaparan, particularmente por los polacos. Se nos hace un poco difícil, pero no es imposible; para Carlos Manuel llevamos 300 personas, y sabemos que por la intercesión de Juan Pablo II estaremos allí”.

Aunque aún se encuentran en la fase preparatoria, esperan pronto poder terminar de enlistar a todos los interesados y separar oficialmente su espacio en la excursión.

Por otro lado, las comunidades parroquiales de las diócesis de Arecibo, Ponce, Fajardo-Humacao y Mayagüez dirán presente también aunque no como parte de una delegación oficial diocesana. Muchas comunidades, grupos de laicos y otros movimientos han optado por viajar por agencias de viajes que se especializan en excursiones de este tipo. La Sra. Miriam Ramos, secretaria del Arzobispado de San Juan, informó que Mons. Roberto González Nieves asistirá a la histórica beatificación junto con Mons. Rubén González Medina. Destacó que, a pesar de que San Juan no cuenta con una delegación oficial, hay dos grupos de sobre 30 peregrinos en preparación para darse cita en Roma. Uno es liderado por Padre Walter Gómez, de la Parroquia San Juan Evangelista, que viajará por GT Travel del 28 de abril al 7 de mayo. El segundo grupo que optó por viajar a través de Miranda Travel lo hará del 24 de abril al 3 de mayo.

(Para peregrinar con la delegación de Caguas comunícate con Wilma Román al 787-380-1061.)

Viajero de la espiritualidad


Escrito por Verónica Cruz Pillich
Viernes, 25 de Febrero de 2011 00:00

Su mirada reflejaba un espíritu limpio y sereno. Con su peculiar sonrisa parecía aliviar las angustias y tristezas de los hombres. Su rostro evocaba amor. Así, el Papa Juan Pablo II marcó la historia de la Iglesia Católica.

Hoy, el pueblo católico se encuentra jubiloso en la espera de la beatificación de este Sucesor de Pedro. El Visitante celebra esta ocasión y recuerda con esmerado fervor su vida. Durante su pontificado, el tercero más largo en la historia de la Iglesia con 26 años, se acercó compasivo y sin miedo a la agonía de un mundo necesitado de la Palabra de Dios. Combatió enérgico los conflictos bélicos, la violencia generalizada, la pobreza, el hambre y la miseria.

Asimismo, se acercó a su pueblo más que todos sus predecesores. Según cifras oficiales obtenidas en el portal electrónico del Vaticano, realizó 104 viajes apostólicos a través de los diferentes continentes del planeta y 146 por el interior de Italia. Debido a sus continuos recorridos, era conocido como el Papa Peregrino. En cada lugar que visitó, se encargó de proclamar el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia. Luchó sin descanso por la defensa de los derechos humanos, especialmente, por la protección y el amparo de los más pobres y marginados. Sus visitas incluyeron un sinnúmero de hospitales. Allí llevó alivio y consuelo a los enfermos. Su gran sensibilidad ante el dolor, denotaba un carácter altruista sin igual.

El afán del Vicario de Cristo por fomentar la unidad en la tierra de Dios, lo llevó a convertirse en el primer Papa que visitó una mezquita, una sinagoga y una iglesia luterana, demostrando así que un diálogo entre diferentes religiones es posible. Mostró el mismo espíritu reconciliador que exhibió Jesús ante el pecador, cuando perdonó al autor del atentado que casi le cuesta la vida. El 13 de mayo de 1981, el Papa Juan Pablo II se encontraba en medio de una concurrida actividad en la Plaza San Pedro, cuando Mehmet Ali Agca lo hirió al hacerle tres disparos.

Sin embargo, la compasión del Santo Padre era tan grande que, el 27 de diciembre de 1983, visitó a Agca en la cárcel de máxima seguridad de Rebibbia, en Roma, y le concedió el perdón.

De igual forma, no dudó en pedir perdón por los errores que cometió la Iglesia en muchas instancias de la historia, entre ellas el Holocausto o “Shoah”, como se le conoce en hebreo.

El fenecido Pontífice se disculpó con la comunidad judía y deploró el odio, las persecuciones y los crímenes cometidos en contra de casi seis millones de judíos. De hecho, en un mensaje que dirigió con motivo del 60 aniversario de la liberación de los prisioneros de Auschwitz, en 2005, hizo un llamado a “que esto sirva, al menos hoy y en el futuro, como una advertencia: no se debe ceder ante las ideologías que justifican la posibilidad de pisotear la dignidad humana a causa de la diversidad de raza, de color de la piel, de lengua o de religión”.

Amante de los deportes, de la poesía y del teatro, Juan Pablo II logró combinar su fe y sus pasatiempos favoritos. Para el Papa Peregrino, quien fue actor en su juventud, el teatro permitía al artista descubrir su propia personalidad, y era un canal extraordinario de expresión para el crecimiento espiritual de éste. Precisamente, en 1999, escribió una carta dirigida a los artistas en la que manifestó que “la alianza establecida desde siempre entre el Evangelio y el arte implica la invitación a adentrarse con intuición creativa en el misterio del Dios encarnado y, al mismo tiempo, en el misterio del hombre”. En cuanto a la poesía, Juan Pablo publicó, en 2003, el libro de poemas “Tríptico Romano”, cuyo contenido incluye temáticas como la angustia intemporal de Abraham comparada con la desorientación del hombre contemporáneo, entre otros. Según el portal católico Aciprensa, sus temas favoritos a la hora de escribir eran la belleza, la revelación de Dios, su familia y su tierra.

El “soccer” era uno de los deportes predilectos del Papa conocido como El Grande. De hecho, fue portero en un equipo durante su juventud. Asimismo, disfrutaba de esquiar en los Alpes y viajar en “kayak”. Utilizaba estos pasatiempos como refugio espiritual.

Sin duda alguna, Juan Pablo II se inmortalizó entre sus fieles y no fieles, católicos y no católicos. Su gesto amable, atento y su capacidad para escuchar, lo convirtieron en un ser inolvidable. Un viajero de la espiritualidad que llevó consigo el amor y la evangelización a prácticamente todos los confines del mundo.